Cuando no funcionan los castigos ni los premios
“Mi hijo está siempre cansado, no tiene motivación para nada, y dice que siempre está estresado...”
A lo largo de la pandemia, esta ha sido una de las quejas más frecuentes que recibimos en consulta psicológica por parte de los padres y madres. Pareciera que nuestros chicos/as están desgastados, y sus capacidades y conocimientos parecen verse cada vez más limitados.
Esto no es casualidad, este agotamiento emocional reflejado en su desempeño académico podría ser la nueva pandemia a la que nos vamos enfrentando desde hace unos cuantos meses.
Recordemos que la escuela era ese segundo hogar que visitábamos prácticamente diario, y que no sólo nos servía para seguir desarrollando nuestros conocimientos académicos, sino que también nos permitía tener una pizca del mundo exterior, nos permitía desarrollar nuestros propios círculos sociales, podíamos poner en práctica nuestras habilidades en deportes, artes, historia, matemáticas, etc...
Sin embargo, la virtualidad nos ha limitado de gran manera, llevando así que la escuela no sea más que una fuente de la cual obtenemos conocimientos académicos y cumplimos con la entrega de asignaciones
“Ya no entra a clases, y cuando lo hace, no presta atención. Está muy irritable y no duerme bien… Honestamente ya no sé qué más hacer para ayudarlo” ... Continúan los padres… El estado que muchos de nuestros hijos/ as se encuentran viviendo es muy similar al Síndrome de Burnout que viven muchos adultos, cuando prácticamente se queman de tanto trabajar. Es como si los castigos y las recompensas no funcionaran, mostrando nuestros hijos/ as un rendimiento académico limitado. Ahora,
¿Qué podemos hacer para combatir esto?
-Antes que nada, es importante poder adaptar las expectativas a la realidad, recordemos que no existe un plan perfecto para llegar a ser personas exitosas.
- Intenten encontrar un equilibrio entre los estudios y el descanso.
- Limiten el tiempo que dedican a estudiar.
- Asegúrense de que el ambiente académico es positivo.
- Acudan a ayuda profesional en caso de ser necesario.
Recordemos que en algún momento volveremos a la presencialidad, por lo que no podemos permitir que nuestros hijos/ tengan un impacto de tal forma, que aun 5 años más tarde, 10 años o más, todavía se encuentren lidiando con las secuelas que pueda dejarnos la pandemia de la COVID-19 y la virtualidad.
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