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ALCIDES DEFIENDE A PAPITO LA BRUJA

Por: Gerson Terrero

La Ciénaga ha tenido muchísimos personajes icónicos desde su fundación en 1863, y, a mi juicio, los dos más sobresalientes de todos los tiempos han sido ALCIDES GUEVARA FÉLIZ y PAPITO LA BRUJA.

A principios del año 2002 el pueblo vivió unos momentos muy difíciles. Se escenificaron muchas protestas sociales en reclamo de reivindicaciones comunitarias. A la cabeza de estas protestas había un hombre: Dermis Sierra Féliz (Papito La Bruja), el mejor cantante, el mejor bailarín, el mejor boxeador, el mejor karateka, el mejor baloncestista, el mejor softbolista, el mejor nadador, el que más corría, el que más trepaba los árboles, el mejor ciclista, el mejor en todo.

En enero del año 2002 estaba teniendo lugar una ola de protestas en el pueblo. La comunidad ocupó la autopista Barahona-Pedernales. Había decenas de personas acompañando a Papito La Bruja, entre ellas otro personaje fenomenal: Alcides. De repente llegó desde Barahona una comisión de civiles y militares. Desde el otro lado, uno de la comitiva nos dijo: "Por favor, vengan a negociar". Antes de que alguien de nosotros hablara, Alcides respondió: "A Ua, no haba!!!" (La Bruja, no hables!!!). Y lo repitió varias veces, muy opuesto a cualquier diálogo. Ay, carajo. Cuando nosotros nos acercamos a conversar con la comisión, Alcides no se hizo esperar y lanzó una piedra por encima de todos, lo que generó un verdadero desconcierto. Fue una situación peligrosa e incontrolable, fue un sálvese quien pueda. Tiros y bombas lacrimógenas por dondequiera y nosotros en el centro del huracán. El revolucionario Alcides se esfumó hasta la media tarde, cuando apareció, todavía refunfuñando.

Los días y semanas siguientes fueron de mucha tensión. Fuimos testigos de varias ocasiones en las que a Papito se le disparó a quemarropa. Y nosotros, conscientes de lo que pudiera significar en términos de violencia la muerte de Papito, decidimos buscar diálogos y acuerdos. Elaboramos entonces una carta de defensa a Papito, que tuvo mucho efecto positivo. Alcides nunca estuvo de acuerdo con que habláramos con ninguna autoridad, ya sea política o militar. “Ton habaoe” (Son jabladores), nos decía.

Pues un día hicimos una reunión en el pueblo para analizar los pasos a dar frente a la situación. La realizamos en la casa de Sila e Isidoro, en el salón que hoy ocupa el centro de belleza de Yolanda Carrasco (Bruga). Había en la reunión personalidades como José Remedio, José de Rosamantes, Daniel Urbáez (Gustavo), Ruben Moreta, Santa Eris Ramírez, Silvio Noé Féliz Villanueva y Tilso Balbuena. Recuerdo que en el momento en que yo hacía uso de la palabra, de repente llegó Alcides, se detuvo frente al salón y con rabia y voz potente exclamó: “Ti totan a Titito A Ua, atí ae tanea!!!” (Si le topan a Papito La Bruja, aquí va a haber candela!!!). El gentío respondió a carcajadas. Y más grande fue la risa cuando Alcides remató diciendo: “Tanea e a te tuna e Llabo!!!” (Candela de la que fuma el Diablo!!!). Con esta expresión él quería decir que iba a suceder en La Ciénaga lo que nunca había ocurrido, si mataban a Papito La Bruja. Era la verdad y nosotros la sabíamos. Alcides no era tonto.
Alcides tenía una dicción única y suya. Qué personaje, Dios mío! Amistoso, solidario, bueno, elegante, diligente, servicial. Amaba a los "nantitos" (los muchachitos, los niños). Su demencia jamás fue obstáculo para que lograra ser un personaje querido y aceptado en todas las familias y círculos sociales del pueblo. Su pueblo lo amaba, más que a todos. Alcides sabía cómo era su pueblo, y quién era quién. Alcides conocía la importancia de Papito La Bruja, y lo defendía y admiraba. Lo saludaba con respeto, lo seguía y siempre lo apoyaba. Además, Alcides sabía en La Ciénaga quién era buen estudiante, quién era profesional, quiénes trabajaban en la Escuela, quiénes eran los pescadores. En fin, sabía quién era quién.

Son muchas las anécdotas de Alcides, entre ellas una que ocurrió en la Iglesia Católica, durante una reunión con las autoridades del pueblo. Pero hoy quisimos sólo referirnos al amor y el respeto que sentía por el inmenso Papito La Bruja.

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